sábado, 19 de septiembre de 2009
La tragedia debe cumplirse
(...) Puesto que aquella Eurídice desaparecerá disuelta en humo si el Orfeo negro se vuelve hacia ella, él descenderá por el camino real de su alma, de espaldas al fondo de la gruta, descenderá por debajo de las palabras y de las significaciones – “para pensar en ti, deje todas las palabras en el montepío”-, por debajo de las conductas cotidianas y del plano de la “repetición”, hasta por debajo de los primeros arrecifes de la rebelión, vuelto de espaldas y con los ojos cerrados, para tocar al fin con sus pies desnudos el agua negra de los sueños y del deseo y para dejarse ahogar en ella. Entonces el deseo y el sueño se alzarán rugiendo como un golpe de mar, harán bailar las palabras como maderos de un naufragio y las arrojarán confusamente, rotas, a la orilla.
Orfeo negro. Fragmento.
Jean-Paul Sartre
jueves, 25 de junio de 2009
Gaston habla
Claudio escribe. Escribe sin parar.
Artusi sabe. Conoce la historia de antemano, como nosotros también la conocemos. No puede evitar saberlo.
Pero ni siquiera ese amor mítico pudo vencer a la muerte. Él sólo logró engañarla, retrasarla lo suficiente para volver a saberse humano y desconfiar.
Usa su gran habilidad para mantenerla despierta, para mantenerla viva. El mito se vuelve realidad en cada trazo. Pero no puede escribir por siempre. Se detiene.
Y ahí radica su dolor, en no poder hacer nada para que todo esto no suceda.
¿Cómo se vence a la muerte? ¿Cómo volvernos inmunes?
Ella por fin duerme.
Artusi viene a buscarla, para aliviar el camino de vuelta
lunes, 1 de junio de 2009
Artusi habla
Recordé a Claudia, hermosa. Eso hizo me diera cuenta que ella valia la pena.
Juntos. Los 3. Pero también que ella era quién nos mantenía unidos a los 3.
Dudo. Me doy cuenta y me alejo primero, en esa plaza. Los dejo solos a ellos dos.
Todo esto es antes. Antes que llegue El Orfeo.
Artusi recuerda... Comienzo a recordar y a ver como era (como eramos)... Más alla que sé como es todo. Siento que el final no debe ser como lo tenian planeado , sino otro.
miércoles, 27 de mayo de 2009
Mayo 26, 2009. Habla Claudia...
Llega la música desde Europa oriental y nos hace bailar.
Girar y girar hasta rendirse por el mareo nunca falla, siempre caigo en tu abrazo Claudio.
Artusi es parte desde el aplauso final. Intenta partir, y compartir ese amor nuestro.
Stop.
Secuencia de dolor.
Exigida. Llevada al extremo. Se me pide aumentar la velocidad hacia el final... Como si eso fuera posible...
El cansancio se hace evidente en mi cuerpo. En mi respiración. Desde la espalda, por las piernas, hacia los dedos del pie corroe el dolor. Si me dejo de mover es la última decisión que tomo. La tomo, entonces, por el dolor.
Lo escucho a Artusi, no entiendo. Casi lo escucho. Claudio estaba ahí, mirando. Creo...
Stop.
El daño transitado por mi cuerpo actúa. Toma lugar. Una mano cobra poder. Sin quererlo pareciera, pero no hay otra. Por primera vez veo esos ojos así. Necesito enojarme para salir. Claudio mira , desesperado por sú sufrimiento. Con todas mis fuerzas hablo. Explico dónde es que estoy, hacia dónde voy, inevitablemente.
Mi voz tiembla. Mi cuerpo tiembla desde su centro. Golpea en el esternón cada palabra.
Encuentro aquella mano y me agarro fuerte. Fuerte, entrecruzo mis dedos con los suyos.
Me voy.
Vibra mi cuerpo en el abrazo. Artusi es la voz que me despide. Busco calor. No escucho nada de Claudio. Ya no. Quedó atrás.
Atrás en mi dolor.
Registro Ensayo 26-05
martes, 26 de mayo de 2009
Historia de amor en forma de relato
Una relación que comenzó con miradas a la distancia,
El primer encuentro fue en una excursión del colegio, Claudia subió al micro y su lugar ya estaba ocupado, se enojo con su amiga por no guardarle el lugar y con ese enojo fue a hacia el fondo del micro para terminar sentándose junto a Claudio. Nervios, palpitaciones, vergüenza y el cruce de inocentes miradas a lo largo del viaje, y ninguna palabra para dar comienzo a lo que sería su historia, la de Claudio y Claudia.
Una mañana, después del paso de algunos años, Claudia decide ratearse del colegio, el secundario ya se hacía demasiado aburrido como para tener que estar siempre presente. Esa mañana, eligió un camino que le permitió encontrarse con él, y así poder juntos ratearse a una plaza cercana al colegio.
Los usuales nervios de Claudio lo empujaban a hablar casi frenéticamente, Claudia por su parte se reía por dentro, sabiendo que detrás de esas cargadas que comentaban sobre la gente que pasaba, se encontraba el deseo del beso. Finalmente el deseo se hizo materia, y fue entonces el primer beso, un beso que interrumpió una charla de tonteras adolecentes para dar paso al noviazgo de ambos.
La misma plaza tuvo el privilegio de ser testigo de la evolución de ese primer beso y observar como Claudio ahora, años más tarde, había llevado a Claudia a ese mismo lugar para proponerle matrimonio.
Una boda informal sello el matrimonio entre ambos, oficiaron de testigos y condujeron la ceremonia la mejor amiga de ella y el mejor amigo de él, generándose así un ritual único y autóctono. Una noche iluminada con velas, muchas risas, y cariño, solo un pequeño grupo de íntimos amigos de ambos y un tibio vino tinto que ambos se volcaron mutuamente desde sus cabezas para empaparse hasta los pies.
Pudieron disfrutar de lo que podría denominarse un idílico matrimonio, sin demasiados sobresaltos, hasta que dios o el demonio con su bata de médico y un fuerte sol sobre su espalda les dio la noticia. Cáncer. Un año de vida.
La enfermedad de Claudia, y una noticia que trastocaría toda esa historia y esa vida que ya venía construyendo desde el primario.
El cuerpo de Claudia se degrada gracia a la enfermedad y a la par se erosiona a ritmo acelerado esa idílica relación, el desgaste que no había sucedió en años, cobro venganza en cuestión de meses. La fatiga, el hastío, las punzadas en las piernas de Claudia, su parálisis y la obsesión de Claudio por mantenerla viva a través de su escritura.
La escritura cesa. Ambos están en su casa, en el cuarto, el cuarto donde ella había tragado su cuerpo y donde él con su sexo había entrado en todos sus espacios, ahora esperaba que lo inevitable sucediera. Si bien era sabido, nunca se está preparado para ese momento. La muerte toma a Claudia, Claudio sentado al lado de ella contiene el impulso de tomarla y zamarrearla como a un muñeco de trapo para que despierte, es inútil, ya nada puede hacer.
Decide entonces…